Redes comunitarias: Internet desde la primera milla

by Digital Rights LAC on abril 8, 2016

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Estamos acostumbrados a mirar Internet desde arriba hacia abajo, desde lo más grande a lo más pequeño, desde el proveedor hacia el usuario. Existe otra mirada posible, que es la de Internet como verdadera red de pares. Para esta mirada, lo más importante está en los extremos y no en las conexiones. De la misma manera que una autopista que atraviesa un territorio no tiene sentido por sí misma, sino por las poblaciones que interconecta, en un paisaje digital que revaloriza los extremos, son las personas y no los cables que las conectan, lo que se convierte en el foco de atención.

Por Nicolás Echániz*

Desde esta perspectiva, la red que comienza en los hogares de las personas constituye la primera milla y no la última. Así la Fibra Hasta el Hogar (FTTH – Fiber to the home), se convierte en la Fibra Desde el Hogar (FFTH – Fiber from the home). La red comunitaria guifi.net, en Cataluña, va más allá y habla de Fibra desde la Granja (FFTF – Fiber From The Farm), desde la fábrica, desde el negocio. En definitiva: infraestructura creada desde las poblaciones que la utilizan y desde allí se interconecta a las demás redes que componen Internet en sus regiones. Guifi.net, con sus decenas de miles de participantes es hoy la red comunitaria más grande del mundo y pionera en esta novedosa perspectiva.

En la actualidad, guifi.net, junto a FunkFeuer, Athens Wireless Metropolitan Network y un número de ONGs y universidades, son socios en el proyecto CONFINE, que integra el programa Future Internet Research and Experimentation (FIRE) de la Unión Europea. El trabajo de las redes libres en ese contexto ha servido para demostrar la importancia de su tarea como motor de la innovación en el desarrollo de Internet.

En América Latina, la Asociación Civil AlterMundi, con sede en Argentina, trabaja facilitando el nacimiento de nuevas redes comunitarias, desde una perspectiva de empoderamiento popular a partir de la apropiación de la tecnología.

El trabajo de AlterMundi en pequeñas poblaciones del interior de la Argentina ha permitido poner a prueba un modelo de red distribuida para la auto-prestación de servicios de telecomunicaciones que ya es replicado por comunidades en numerosos países de la región y fuera de ella.

Pero qué son exactamente las redes comunitarias y cómo puede su existencia influir positivamente en el camino que tomará el desarrollo futuro de Internet.

Desde una perspectiva técnica, una red comunitaria presenta una serie de características:

  • libre uso: puede ser utilizada por sus participantes para ofrecer y recibir cualquier tipo de servicio que no afecte su buen funcionamiento
  • neutralidad: no inspecciona ni modifica los flujos de datos dentro de la red más allá de lo necesario para su operación
  • libre interconexión: permite, de forma libre y gratuita, el flujo de datos con otras redes que respeten las mismas condiciones
  • libre tránsito: provee a otras redes libres acceso a las redes con las que mantiene acuerdos voluntarios de libre interconexión.

Es decir que las redes comunitarias son redes libres, en tanto promueven y respetan el tránsito libre de información, tanto a su interior como con relación a otras redes.

También presentan un conjunto de características en cuanto a lo social:

  • propiedad colectiva: su infraestructura es propiedad de la comunidad que la despliega;
  • gestión social: la red es gestionada por la misma comunidad;
  • diseño accesible: la información sobre cómo funciona la red y sus componentes es pública y accesible;
  • participación abierta: cualquiera puede extender la red, respetando su diseño y sus principios

Todas estas características de las redes comunitarias ayudan a maximizar el objetivo de la auto-prestación de servicios de telecomunicaciones en tanto aportan a su sostenibilidad, crecimiento y multiplicación.

En nuestra América, las redes comunitarias son una opción real para poblaciones que por su tamaño no representan un mercado viable para los proveedores comerciales. En poblaciones muy pequeñas, donde el despliegue tradicional de redes de provisión de acceso es demasiado costoso, las redes comunitarias y especialmente las redes en malla (mesh) encuentran su mejor sustrato.

Pero para ser una opción real, la tecnología involucrada en el despliegue de estas redes necesita ser de simple acceso y utilización. Organizaciones en diferentes partes del mundo, como guifi.net en Cataluña o Freifunk en Alemania, se han dedicado durante años al desarrollo de modelos de red viables para su despliegue comunitario.

En Argentina, la Asociación Civil AlterMundi desarrolla, en colaboración con comunidades de Italia y España un modelo de red especialmente diseñado para poblaciones pequeñas, que pueda ser implementado por personas sin conocimientos específicos previos.

Este modelo de red consiste en:

  • una referencia de hardware basado en equipamiento hogareño de fácil disponibilidad
  • un diseño de antenas direccionales bi-banda de fácil construcción
  • un software (firmware) que se encarga de la auto-configuración de los nodos de red y el enrutamiento dinámico
  • una interfaz web para la administración básica y alineación de antenas
  • un conjunto de herramientas para el monitoreo y mapeo de red

Este conjunto de soluciones, que se comparten y transmiten a partir de talleres presenciales organizados por la comunidad y facilitados por miembros de la Asociación, han permitido la auto-construcción, en pocos días, de redes comunitarias en poblaciones donde la infraestructura de red era muy escasa o inexistente.

Luego de cada taller de red comunitaria, las personas se van a sus casas con sus nodos, antenas y elementos de montaje fabricados y preparados en conjunto con sus vecinos y vecinas y los montan en los techos de sus casas, tanques de agua o cualquier estructura preexistente. Con el único requerimiento de que exista línea de vista con al menos una casa más que participa de la red, cada nuevo nodo se configurará, conectará y enrutará tráfico de forma automática.

A diferencia de las redes comerciales tradicionales, en las redes comunitarias se da especial valor a la conexión entre quienes participan de una misma red, como también a la interconexión con redes comunitarias vecinas. Es común encontrar en una red comunitaria servicios locales de mensajería, portales de información, transmisión por streaming de medios de comunicación locales, archivos compartidos, o servicios de Voz sobre IP, por citar algunos ejemplos. Todos estos servicios y contenidos tienen un enfoque local y son accesibles independientemente del estado de los enlaces que la red mantiene con el exterior.

Volviendo al ejemplo de la autopista, una red de un ISP tradicional se asemeja a un sistema de autopistas que llegan directo a la casa de cada usuario y no existen calles ni senderos locales que conecten las casas entre sí; si la autopista está cerrada, no podremos visitar a nuestros vecinos.

Esta imagen es clara con respecto a la perspectiva centralizadora, en oposición a la mirada de conexión entre pares. A nadie se le ocurriría construir un sistema de caminos donde el acceso al almacén de la esquina dependiera del estado de la autopista. Tampoco nos parecería razonable tener una vía con peaje para desplazarnos hasta la plaza del pueblo. Sin embargo en la Internet que hemos construido, ese es el modelo predominante y la interconexión local libre es un concepto prácticamente abandonado.

Las redes comunitarias, no sólo representan la mejor oportunidad para hacer llegar la vida digital a los hogares de poblaciones demasiado pequeñas para el interés comercial, sino que también son un testimonio vivo de lo que podría ser una Internet de pares.

El trabajo de organizaciones como AlterMundi en nuestro continente se vería potenciado si las políticas públicas en el sector de telecomunicaciones comenzaran a considerar seriamente a las redes comunitarias como un actor a tener en cuenta. En la Argentina, desde la sanción de la nueva ley Argentina Digital, se ha institucionalizado el “fomento y resguardo de las denominadas redes comunitarias” (Artículo 94). Falta materializar este apoyo en planes específicos que contemplen las particularidades de este tipo de proyectos y las comunidades que los sustentan.

Como referencia de la importancia relativa de las pequeñas poblaciones en nuestros territorios, basta tomar de ejemplo la provincia de Córdoba: allí existen más de 300 pueblos con una población menor a 3000, que suman en conjunto más de 250.000 habitantes, y representan aproximadamente un 8% del total provincial. El país está compuesto por 23 provincias, donde son millones las personas que habitan en pequeñas poblaciones.

Comprender el potencial de las redes comunitarias a gran escala, no significa descubrir cómo trasladar esta tecnología y sus principios rectores a las grandes ciudades, que no deja de ser un desafío interesante, sino más bien entender que el universo que representan las poblaciones pequeñas en nuestro continente es en sí mismo muy significativo. Una política de fomento a redes de auto-provisión de servicios de telecomunicaciones diseñada para ser fácilmente replicable en estas poblaciones tendría el potencial no sólo de conectar a decenas de millones de personas que hoy el mercado no tiene en cuenta y el Estado no interpreta, sino que las acercaría, desde una perspectiva de apropiación real de la tecnología, a un entendimiento cabal de su relación con la vida digital.

*Este texto es un fragmento del libro FRIDA, 10 años contribuyendo al Desarrollo en
America Latina y el Caribe, LACNIC, 2015.

Imagen: Ethernet, de Dave Crosby (CC-BY-SA 2.0)