Desafíos globales de la defensa de derechos digitales

by Digital Rights LAC on mayo 7, 2015

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Como ya se sabe, Internet nació y creció de manera relativamente caótica. Y sus primeros “guardianes” eran los administradores de servidores y de redes locales. Nadie se importaba mucho con la privacidad, mientras la red no tenía muchos usuarios y las empresas punto.com no habían surgido. Una gobernanza prácticamente anárquica, pero funcionando bien.

Por Jorge Machado

A partir de la segunda mitad de los años 90, se observó la llegada de muchos grupos empresariales que hicieron inversiones en portales y en el comercio electrónico. De a pocos, esa red que generaba oportunidades de todo tipo, empezó a dar lugar a un movimiento darwinista. Con la inyección de mucho dinero, los más fuertes fueron expulsando o adquiriendo a los más débiles. En el año 2000, hubo el fatídico reviento de la burbuja de las empresas “punto.com”– cuyo ápice fue la caída del 78% del índice NASDAQ en octubre del mismo año. Y los sobrevivientes de esa tormenta quedaron aún más fuertes para dominar el océano de internet – de la misma manera como se domina otros sectores de la economía.

Internet a partir de ahí, comenzaba a cambiar más profundamente. La convergencia digital avanzaba y la trayectoria de concentración del flujo de comunicaciones y de capitales seguía la misma. Los datos personales de millones de personas, antes esparcidos en las manos de muchos se fueron concentrando cada vez más, generando un mercado silencioso en un entorno casi sin reglamentación.

El espacio público virtuoso y creativo que era la web comenzaba a mostrar su lado oscuro. La red pasaría a ser gradualmente colonizada por Google, Yahoo, MSN, AMAZON y otras tantas gigantes. Definitivamente había quedado muy atrás el tiempo de los servidores de garaje y de los numerosos pequeños webhosts. Hasta el simpático Geocities, una de las puertas de entrada a la web, comprado en 1999 por Yahoo, fue siendo deshidratado hasta ser sacrificado en 2009.

En esa altura ya se denunciaba la existencia del “NSA key” en los sistemas operativos en Microsoft, además del monitoreo de tráfico en la web por medio de programas informáticos como el Carnivore del FBI – más tarde reemplazado por el Narusinsight. Internet no era más para “amadores”. Y en 2006, un funcionario de AT&T denuncia a Eletronic Frontier Foundation el monitoreo en masa por la NSA por medio de los cables de la empresa.

Surgida como una tecnología de uso militar, Internet pasaba a ser objeto de creciente interés de los servicios de inteligencia. En esa altura, el Departamento de Estado de Estados Unidos pasaba a asediar a las gigantes “.com” para que éstas se convirtieran en sus brazos operativos de vigilancia.

Es notable que en septiembre de 2007, los millonarios dueños de Google, Larry Page y Sergey Brin, obtienen de la cúpula de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos el exclusivo privilegio de utilizar base Moffett Federal Airfield (MFA), en San Francisco, para su Boeing 767 – «Google Party Plane» – y otros dos jets Gulf Stream. Todavía no pesaban acusaciones sobre la empresa, pero el volumen de información en su poder permitía levantar sospechas de que ella estuviera sufriendo cotejo de organismos de inteligencia.

En esa época, Facebook estaba en plena expansión, al lado de otros grandes, que vendrían a integrar el Prism al lado de Microsoft, AOL, Skype y Apple. En esta altura, principalmente por motivo de la vigilancia gubernamental y corporativa, la privacidad en internet estaba completamente comprometida. Eso sólo se haría público algunos años después, con los vaciamientos de Edward Snowden en 2013. Los documentos de la NSA mostraban que el Prism había iniciado exactamente en 2007.

Hoy sabemos que, solamente usando criptografía podemos tener un grado razonable de protección a la privacidad en las comunicaciones. Y aun así nuestras redes de contactos, registros de comunicaciones y una porción de otros metadatos terminan escapando en virtud de los protocolos de la red.

La defensa de los derechos digitales hoy es una lucha global. En América Latina, se hace cada vez más claro que la lucha por los derechos digitales se inserta en una pauta mayor por la democracia, que va más allá de la privacidad, de la libertad de expresión, derecho a la comunicación o a la cultura, pues incluye la defensa de una democracia participativa para la reducción de las injusticias sociales y la promoción de la inclusión social.

Por lo tanto, tenemos ahí un gran desafío, promover las pautas locales y también acompañar los temas globales, como la vigilancia, los tratados comerciales secretos y la gobernanza de internet. Temas los cuales son permeados por complejos aspectos técnicos y políticos.

Otro gran desafío es concientizar por medio de un lenguaje claro y accesible, actores políticos relevantes – como ONGs, sindicatos, movimientos sociales y academia. Y ¿cómo explicar al ciudadano común que el derecho a la privacidad es fundamental para garantizar otros derechos? En ese escenario, ¿qué alternativas existen? ¿Tenemos que pedir que todos usen sistema operativo GNU/Linux y aprendan a usar herramientas de criptografía?

Es más realista creer en la necesidad de un cambio más profundo, de ética, y que pase por personas e instituciones. Y ese cambio tiene que ser global como Internet – cuya estructura sirve de base de las relaciones económicas y sociales del planeta.

ICANN y el gobierno brasileño patrocinaron en 2014 el Net Mundial. A pesar de la consulta pública en línea, el resultado final fue pactado en reuniones diplomáticas a puertas cerradas, resultando en un documento insulso y poco útil. Pero el evento sirvió para mostrar que se pueden mover las piezas del tablero por otros actores y que el respeto a los derechos humanos pasó a ser punto de partida para el debate internacional e intersectorial.

Volviendo al inicio de este texto. Hay que recuperar el espíritu de Internet mientras red de comunicación distribuida y poco controlable. De un espacio público libre y abierto. Y que funcione primariamente no para gobiernos, corporaciones o intereses ocultos, pero para servir a las personas y al desarrollo humano. Internet debe servir de ejemplo para mostrar que sectores de la vida social pueden ser gobernados de manera autónoma, en espacios compartidos, fluidos, diversificados y sin interferencias que no sean para promover o garantizar derechos.

Por ser en parte global, la lucha por los derechos digitales es larga y llena de desafíos, pero como decía el poeta portugués Fernando Pessoa (1888-1935), «el camino se hace caminando».

* Profesor de gestión de Políticas Públicas; uno de los coordinadores del Colaboratório de Desenvolvimento e Participação (COLAB) y docente del Programa de Post-Grado en Participación Política y Cambio Social de la Universidad de São Paulo.

Crédito de la imagen: (CC: BY-NC) Jeremy Brooks / Flickr