Del casete a El Paquete o cómo se hace streaming sin internet en Cuba

by Digital Rights LAC on diciembre 19, 2016

En 2008, MySpace perdía la carrera de las redes sociales frente a Facebook, que apenas alcanzaba los 200 millones de personas y recién había lanzado su plataforma en español. Ese mismo año, la población cubana al fin pudo tener una línea de telefonía celular legalmente registrada; aparecieron en las tiendas las primeras computadoras de escritorio y los reproductores DVD eran el último grito de la moda. Tan ajenos a las novedades tecnológicas, parecía no pasar nada, pero 2008 incubó para este país desconectado una de las ideas más renovadoras (y polémicas) del acceso al entretenimiento audiovisual: El Paquete.

Por Regina Coyula*

El Paquete Semanal es un terabyte de material en un disco portátil que abarca una amplia diversidad de temas. Esa diversidad le ha garantizado la popularidad que disfruta, pues es difícil no encontrar contenido suficiente para satisfacer, por una semana, el entretenimiento culto o el popular, el más exigente o el más banal. Desde la ampliación legal de los renglones del trabajo privado en 2010[1], El Paquete incluye publicidad de estos sitios, además de servir como plataforma para el lanzamiento de música y videoclips, su objetivo inicial según uno de sus fundadores.

Al ser una empresa ilegal –o tolerada o imposible de controlar por su magnitud–, quienes distribuyen El Paquete asimilan un mecanismo que nació del alquiler ilícito de casetes de formato VHS –y antes, de Betamax–, que son los distribuidores a domicilio. También se distribuye en los puntos de venta de discos pirateados (actividad registrada como “comprador-vendedor de discos” y aprobada en 2010) o a través de una amplia red cableada y también ilegal conocida por street net o snet. Concebida originalmente por los gamers, hoy también soporta El Paquete, chats y cuanto tráfico genere la comunicación bi o multidireccional.

El precio de El Paquete varía. Acabadito de salir, los distribuidores “mayoristas” lo compran por 10 CUC[2] y lo venden a sus minoristas por 2 CUC; quienes, a su vez, lo revenden por el mismo precio a su propia red. Hay quien dispone de un stock de memorias USB –o de la que traiga la persona que lo adquirirá– y las rellena “a la carta”, generalmente, con programas con alta demanda como series, concursos, reality shows, telenovelas o cine de acción. El precio de esta modalidad fluctúa, según la capacidad de la memoria, entre 10 y 40 CUP. La descarga de El Paquete desde la snet es gratuita, como el resto del tráfico por esa vía. La proliferación de USB ha “democratizado” la forma de compartir contenidos sin cobrar y la noción de la persona usuaria final se vuelve una cadena larga e irrastreable.

Alrededor de El Paquete se tejen teorías. Se afirma, pero ante la falta de respuestas, se especula. ¿Quiénes lo elaboran? ¿Cómo se compila semejante volumen de información en un país donde las escasas conexiones domésticas promedian la prehistórica velocidad de 56 kbps? Se dice que El Paquete es el mayor empleador del sector privado y mueve cifras millonarias. Si bien esto tiene lógica, no hay forma de comprobarlo, pues quienes trabajan en ese sector, en general, son reacios a responder preguntas y esquivos a las entrevistas.

En contra de El Paquete

Dado su carácter descentralizado y prácticamente imposible de controlar, se ha tratado de desestimular su uso desde instituciones culturales, la prensa o la policía. En 2014 aparece como contrapropuesta La Mochila, un producto audiovisual con un contenido enfocado en combatir la “vulgaridad y banalidad” que se le atribuye a El Paquete, y de paso, cualquier crítica al gobierno. Vale señalar que El Paquete no compila materiales polémicos, religiosos o de contenido pornográfico, pero en todo caso, excluye los de contenido político y, recientemente, incluso ha eliminado contenido humorístico crítico al gobierno de Cuba.

La Mochila oscila entre los 300 y los 350GB y es gratuita, pudiendo descargarse desde los Joven Club de Computación[3], pero ha sido un fracaso al no poder competir ni de lejos con su contendiente informal. Quienes defienden La Mochila no parecieron entender que educación y entretenimiento no siempre siguen por el mismo trillo, y el éxito de El Paquete es entretener, “desconectar”.

El Paquete ha sido acusado de violar la propiedad artística e intelectual; ha sido acusado de falsa libertad de elección, pues hay que elegir dentro de 1TB seleccionado de antemano. Y esas son las acusaciones menores: hay quien ha descubierto en El Paquete un plan del enemigo (¿interno, externo, ambos?) para “desestabilizar” al país e imponer una cultura de masas ajena a “nuestros valores culturales”.

A favor de El Paquete

El Paquete permite huir de la calamitosa programación televisiva nacional. Cada quien decide el horario para su disfrute y dentro de sus contenidos puede encontrarse material de alta calidad (y en alta definición), o como ya se dijo antes, según el gusto de quien elige.

A pesar de los dardos, ni quienes están en su contra pueden negar que la programación de las televisoras tiene contenidos con defectos iguales o peores a los que se achacan a los materiales que contiene El Paquete, e igualmente pirateados. Por otra parte, la mayoría de las personas que se sientan frente a su televisor para “desconectar” prefieren caras bonitas y temas insulsos a la ideologización de la TV nacional.

El futuro

A El Paquete le queda vida por delante. Mientras no se deroguen las leyes del embargo, las empresas estadounidenses no estarán en condiciones de establecer demandas legales por el abuso de su propiedad. Mientras la calidad de la televisión cubana sea errática y excesivamente politizada, mientras la suscripción a Netflix (que es legal en Cuba) sea casi que simbólica, y mientras el costo de descarga sea astronómico[4], aún le queda larga vida a El Paquete.

Con un país más abierto, las leyes de propiedad intelectual serán aplicadas y la ciudadanía resentirá la retirada de muchos contenidos protegidos por el derecho de autor. ¿Será entonces el fin de El Paquete? Por lo menos, será su reconversión si quienes lo gestionan siguen atentos a las necesidades y tendencias audiovisuales.

[1] La pequeña propiedad privada, única en el país luego de las nacionalizaciones de 1959 y 1960, fue abolida en 1968. Resurge en 1995 durante la profunda crisis económica conocida como Período Especial, con tímidas aperturas que se frenan luego del triunfo electoral de Hugo Chávez en Venezuela, y vuelve a tomar fuerza en 2010 con la baja del petróleo, la enfermedad de Hugo Chávez y la crisis económica del país.

[2] Moneda cubana convertible de circulación oficial junto con el peso cubano o CUP: 1 CUC = 24 CUP.

[3] Joven Club de Computación y Electrónica: salas de computación abiertas a partir de 1987 para el aprendizaje y la difusión de estas disciplinas. En la actualidad existen en todos los municipios y, además, ofrecen en La Mochila –que es gratis– cursos, antivirus, juegos, software libre y aplicaciones para móviles. No ofrecen internet.

[4] Un capítulo de una serie de 50 minutos en HD pesa unos 600MB y su descarga en la conexión de 1Mbps (la velocidad máxima ofrecida por ECTESA en puntos WiFi públicos) puede tomar 90 minutos por los que hay que pagar 3 CUC. El salario promedio oscila entre 20-25 CUC mensuales.

* Regina Coyula, La Habana, 1956. Licenciada en Historia. Conoció internet en 2009 y ha tratado de compensar tantos años de desconocimiento y desconexión. Editora y webmaster de los sitios web de la Asociación Jurídica Cubana (ajudicuba.wordpress.com y derechoscubanos.com). Ha colaborado en diversas publicaciones digitales tales comoddcuba.com, 14ymedio.com y BBCmundo.com. Su blog personal es lamalaletra.wordpress.com. Su Twitter @lamalaletra

Imagen: (CC BY-NC 2.0) berg_chatbot / Flickr