Mi experiencia con la red de redes

by Digital Rights LAC on diciembre 19, 2016

“¡No sé nada de internet!”, fue mi primera reacción cuando me invitaron a participar en la Escuela del Sur de Gobernanza de Internet, evento celebrado en Washington durante los días 29 de marzo al primero de abril de 2016. Esa sensación no terminó durante todo el encuentro: más bien, se acrecentó.

Por Karina Gálvez

Mis encuentros con la red de redes hasta el momento habían sido solo como usuaria, para buscar alguna información en específico, siempre conociendo de antemano los pasos que debía dar para llegar a ella. Cuando comencé a escuchar hablar de protocolos IPv4 e IPv6, nombres de dominio, zero rating, neutralidad de la red y otros conceptos tecnológicos, mi sensación de no saber nada de las nuevas TIC era una certeza. Pero había adquirido una riqueza. Ya tenía la inquietud y la convicción de que necesitaba saber, sobre todo, por haber escuchado que internet permite la concreción de uno de los derechos humanos más elementales: la libertad de expresión.

Un taller con dos amigas y un amigo con experiencia en el tema descorrieron la cortina ante mis ojos y ¡pum!, allí estaba yo, después de apenas una semana de mi participación en la Escuela del Sur de Gobernanza de Internet, preguntando y entendiendo. ¡No me lo podía creer! Casi parecía fácil. No lo era en realidad, pero un acercamiento a los conceptos más elementales, de la manera más didáctica y clara, con ejemplos prácticos y dinámicas participativas, hicieron de ese taller mi primera entrada de verdad al mundo de la internet, al que solamente me había asomado sin atreverme a traspasar el umbral.

En el LACIGF, celebrado en Costa Rica del 27 al 31 de julio de este año, me impresionó escuchar el movimiento de ideas y personas alrededor de estos temas. Todos los sectores representados participaron en la discusión en igualdad de condiciones: el Estado, la empresa privada, la academia, el sector técnico y la sociedad civil. Participamos también algunos cubanos, pero era difícil sentirnos parte de las discusiones.

En Cuba no se trata de falta de posibilidades económicas (aunque las hay) o falta de preocupación gubernamental: la principal dificultad para el acceso a internet es la falta de voluntad política. La misma causa de que no haya en Cuba publicaciones independientes ni empresas privadas: el bloqueo del gobierno cubano a la iniciativa personal de la ciudadanía.

En Cuba es muy dificultoso el acceso a la red. La posibilidad de usar internet a través de puntos de acceso WiFi en algunos parques del país, pagando lo equivalente a dos dólares la hora –con salarios que oscilan entre los 25 y los 30 dólares mensuales– no puede considerarse un acceso medianamente aceptable para una persona del siglo XXI.

Después de mi participación en los talleres sobre internet, estuvo mucho más claro que el problema de acceso a la red en Cuba era una extensión de la violación del derecho a la libertad de expresión. Tal y como es violado, por ley, el derecho a expresarse libre y públicamente, el derecho a estar conectados y a acceder a nuevas tecnologías que lo faciliten no es siquiera una discusión pública.

No obstante, hoy hay muchas personas en Cuba que utilizan WiFi en los parques y se conectan, principalmente, para comunicarse con sus familiares fuera de la isla con videollamadas y para usar Facebook. También aumentan los pequeños empresarios (llamados en Cuba “trabajadores por cuenta propia”) que se dedican a cuestiones tecnológicas: clínicas de celulares, computadoras, actualización de software.

¿Cómo lo hacen o cómo han aprendido sin conexión a internet y sin recursos? No sabremos exactamente, pero lo cierto es que puede encontrarse en Cuba tecnología de punta y personas técnicas capaces de manipularla.

Mi inquietud de adentrarme en el mundo de internet y su gobernanza, especialmente por su connotación social y de derechos humanos, comenzó a necesitar ser compartida con otras personas y comunidades. Primero pensé que bastaría con relacionarme con personas ya dentro de ese mundo y, en pequeña escala, lo hice.

Conversé con algunos jóvenes estudiantes de telecomunicaciones y que se dedican a trabajos de corte tecnológico. Dejando ver en la conversación su buena preparación profesional y técnica, se mostraron tan asombrados como yo cuando la conversación giró en torno a temas como la gobernanza de internet, la neutralidad de la red, la vigilancia en las comunicaciones, el zero rating o quién decide los nombres de dominio.

Es raro encontrar un debate sobre temas tecnológicos a nivel de la ciudadanía. Si bien es posible (porque no lo puedo asegurar) que en esferas oficiales y académicas se trate el tema, la ciudadanía está ajena a esa polémica. Mejor impresionada quedé cuando, al tratar el tema con personas que jamás se conectan ni a Facebook, una señora de unos 70 años me dijo: “¡a mí me encantaría poder conocer el mundo a través de internet!”, y hubo quien preguntó: “¿es verdad que los cubanos estamos peor conectados que los haitianos?”

Después del uso de un nuevo invento, la humanidad avanza a un mayor ritmo, y luego, en medio de debates y discusiones, se hace una mirada a los problemas y diferencias sociales que ha creado; revisamos cuánto nos ha alejado de la dignidad humana la obnubilación que producen las ventajas de estos grandes inventos o descubrimientos. Pero esta mirada no es retroceso, no es rechazo al bien, sino es detenernos un momento para observar lo que debemos cambiar y cómo hacerlo. El regreso es para graduar y moderar, para sincronizar el avance con el desarrollo humano que es, en definitiva, el fin de todo. Es el esfuerzo que se hace actualmente con internet.

Cuba comienza su conexión a internet en un momento en que el mundo viene de regreso de lo que fue el fenómeno de apertura y comunicación humana más abarcador de la historia. Aún con dificultades, empezamos a conectarnos. Llegar ahora al mundo de la internet es una ventaja para el pueblo cubano; una ventaja que no buscamos, pero que debemos aprovechar. Cuba no tiene por qué padecer los mismos problemas del principio. Podemos ser una nación que respete el derecho a estar conectados, evadiendo las discriminaciones, el irrespeto a la privacidad, el conformismo con internet parcial de ofertas a bajo costo.

La ciudadanía cubana tiene el derecho y el deber de participar como protagonista en este proceso que recién comienza en la isla. Lo primero es formarnos, capacitarnos e informarnos. Ha sido esta mi primera incursión en el mundo de la interconexión y ahora tengo dos certezas: de ahora en adelante no podremos vivir sin internet y debemos conocerla bien para que nos haga cada vez más humanos.

*Karina Gálvez es economista y cofundadora del Centro de Estudios Convivencia en Pinar del Río.

Imagen: (CC BY-SA 2.0) Eric Vernier / Flickr