Una nueva geografía de internet para Cuba
by Digital Rights LAC on diciembre 19, 2016
Muchas son las ansias de las personas en Cuba de descubrir las facilidades que nos brinda internet en cada una de las oportunidades que tienen de conectarse. Las personas más jóvenes se adentran en el mundo de las relaciones personales y lo utilizan, por lo general, para conocer nuevas amistades o reencontrarse con familiares o antiguas amistades del colegio que ya no están en Cuba y tienen su perfil, por ejemplo, en Facebook.
Por Eliocer Cutiño*
Para ellas, es una experiencia maravillosa, así lo expresan. Es más, señalan que es más cómodo que escribir una carta corriente y enviarla por correo ordinario. Las personas más adentradas en años no lo ven como una posibilidad que les resuelva tantos problemas, pero lo creen necesario. Es por eso que las personas jóvenes y adultas de una u otra forma encuentran vínculos muy estrechos respecto a la red de redes, sin tener la menor idea de que a todas por igual nos facilitaría socialmente nuestras vidas.
En días muy recientes acudí al llamado Telepunto de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), única empresa en la isla que ofrece el servicio de internet. Llevaba dos horas de espera para poder utilizar una de las máquinas habilitadas en este centro y una señora que esperaba al igual que yo –y al parecer con muchos deseos de conversar para hacer pasar el tiempo– me comenta que era del criterio de que internet era más útil para comunicarse entre familiares y amistades, que lo demás no resultaba de interés.
Le contesté que no era tanto así, que si me permitía le podía explicar otras razones a partir de lo que ella había hecho en el día si me lo relataba. Aceptó el reto y contestó que se había levantado temprano en la mañana para ir al banco a cobrar su jubilación. Estuvo media mañana en esa gestión. Más tarde, se fue a la terminal de ómnibus y, al rato de intentar obtener un boleto para viajar, desistió por el cansancio. De ahí decidió ir a las oficinas de ETECSA a enviarles unas fotos a su hijo, quien reside en el exterior, ya que por su correo nauta le resultaba imposible.
Le referí que me gustaría recortar su tiempo de tanta gestión a partir de la experiencia que he tenido en otros lugares donde internet es parte de las facilidades que tienen las personas en su día a día. “Señora, –le contesté–, si desde su vivienda contara con este servicio, podría haber revisado en internet si su dinero ya había sido transferido o depositado a su cuenta, y saber, a cualquier hora del día, si ya contaba con él. Además, habría podido comprar en línea su boleto para viajar y saber qué días estaban disponibles. Por último, no solo podría haberle enviado sus fotos a su hijo, sino que podría haber conversado y visto a su retoño, a quien quizás hace algunos años no ve”. Su rostro cambió y solo su sonrisa de quien descubre una vida nueva, me lo dijo todo. Me puso su mano en la cabeza como una madre que agradece y me dijo: “Muy gentil, gracias. De veras tienes razón en todo lo que me dices”.
Es una pequeña pero real anécdota que nos advierte que son muchas las cosas que desconocemos, que no importa la edad ni nuestros intereses, que toda persona por igual, de una u otra manera, pudieran ser protagonistas de este relato.
Algunos principios orientadores de internet en Cuba
En este último tiempo, he tenido la posibilidad de participar fuera de Cuba en algunos eventos sobre gobernanza de internet, un tema novedoso para mí, aparentemente sencillo, pero lleno de muchas incógnitas para cualquier persona, no importa la nacionalidad. De lo que he aprendido participando en estas actividades, quiero destacar algunos temas que muestran las particularidades del contexto en el que vivo: el acceso a internet y aspectos de privacidad.
Desde el año 1996, mediante la Resolución 49 de 1996 del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones de Cuba, se estableció que los servicios de telefonía y de conducción de señales e información están concesionados exclusivamente a ETECSA, es decir, que esta entidad estatal es la que rige la política sobre el acceso a recibir, buscar y difundir información, sin importar el medio.
De acuerdo a los estándares interamericanos, el derecho al acceso a la información se debe garantizar para todas las personas y no podrá ser restringida salvo en aquellos casos que estén previstos en la ley, perseguir fines legítimos como la seguridad nacional o la protección de otros derechos y cuando la medida sea necesaria y proporcional.
Sin embargo y aunque este tema no es precisamente el punto de este escrito, creo oportuno comentar que en Cuba, mediante una vieja y obsoleta disposición legal, el Decreto Ley 99 de 1977, el Estado estableció y dejó por sentado, con algunas lagunas en la norma, que prácticamente la mayoría de la información, tanto aquellas que genera el aparato estatal como la vida particular y social, resulta de seguridad nacional.
Después de lograr un acercamiento al tema, sin desestimar que es una cuestión polémica en otras partes del mundo, me resulta curioso la manera en que en Cuba son registrados los movimientos para acceder a internet y cómo pasa tan inadvertido para la persona común, al punto que nos parece una simple burocracia que aún no hemos superado. No es tan ingenuo este planteamiento, más bien es la forma en que se restringe, de algún modo, el derecho al acceso a la información en línea, y por qué no, también a la tecnología que permite ese acceso. Es, de facto, una forma para no permitir un goce efectivo de este derecho a las personas y comunidades, resultando, de algún modo, en discriminación por motivo de condición o lugar de residencia, es decir, por su fatalismo geográfico.
Trataré de describir rápidamente cómo nos conectamos en Cuba. Primero, hay que llegar a una de estas pequeñas y atascadas oficinas llamadas Telepunto, solicitar una tarjeta de navegación que tienen un valor de uno y dos pesos convertibles (entre 1 y 2 dólares), que te permiten conectarte por 30 minutos o una hora, respectivamente. Para obtener la tarjeta hay que entregar el carnet o cédula de identidad y comenzar de inmediato el registro gubernamental.
Si se fija en la parte inferior izquierda de la foto de estas tarjetas, existe una barra o código con un número único, que se anota en un registro digital habilitado por la entidad, además de los datos generales que le identifican como la persona que adquirió dicho cupón.
Completado el formulario, requisito indispensable para poder conectarse, se puede navegar sin dificultad alguna, fuera de las que impone la baja velocidad de este servicio y la posibilidad de que alguien a quien no vemos se adentre en todas las búsquedas y/o la limitación que existe de entrar a sitios determinados. Es, en otras palabras, como si tuviéramos una infranqueable línea en la que no nos podemos pasar, pese a creer que nos encontramos en un inmenso mar de información.
No hablo de algo distinto a la privacidad, derecho que reconoce que nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en la vida privada y familiar para atentar contra la honra o reputación o por el excesivo control del uso de la tecnología, entre otras. Los Estados tienen la obligación no solo de respetarla, sino de no permitir que terceras personas intervengan indebidamente con este derecho. En la medida en que Cuba se siga conectando al mundo de internet será de suma importancia que el gobierno se comprometa a respetar las regulaciones y estándares internacionales e interamericanos que han abordado el tema. También será imperativo que la ciudadanía tome conciencia sobre la protección a este derecho.
¿Se puede tener una visión diferente de internet en el contexto cubano?
Cuba se conectó oficialmente a internet en el año 1996. Desde entonces, la red de redes es concebida como un servicio público de telecomunicaciones administrada centralmente por ETECSA, y explotada por instituciones estatales autorizadas expresamente por el Ministerio de la Informática y las Comunicaciones.
En el Decreto 209/1996 de “Acceso desde la República de Cuba a Redes Informáticas de Alcance Global” se estableció la política que garantiza el “acceso pleno a internet” de forma regulada, en un principio, a las personas jurídicas y las instituciones de mayor relevancia para la vida y el desarrollo del país. En este último tiempo se intenta a pasos muy lentos extender el servicio a personas naturales, aunque se sigue planteando que no existen condiciones técnicas que permitan este desarrollo. Sin embargo, considero que existen muchas variantes que se puedan explorar sin la necesidad de hacer grandes inversiones.
Experiencias tales como las consolidadas en algunos países latinoamericanos demuestran que la limitación al acceso a la información a veces recae sobre nuevas ingeniosidades y no precisamente sobre la falta de recursos. Por ejemplo, existen en Cuba algunas escuelas conectadas a internet que, aunque su velocidad de conexión no es muy alta, pudieran utilizarse para extender a través de antenas Wi-Fi las señales a las comunidades que rodean estos recintos estudiantiles. Esto ya se ha hecho en países más pequeños de la región con gran éxito.
¿Sería posible una política similar en Cuba? Solo por citar un ejemplo, en la provincia de Camagüey, donde existen más de 120.000 estudiantes de educación primaria y media, y más de 670 escuelas rurales y urbanas diseminadas en toda la región, implementar una iniciativa como la antes señalada permitiría revolucionar el acceso de manera significativa.
Es llamativo, además, cómo dentro del diseño de programas educativos no está presente e incluso no se concibe como tema educativo todo lo relacionado con internet. Sin embargo, siendo Cuba una nación que ha cumplido con los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas respecto a la educación, este particular es una asignatura pendiente, en franca contradicción con los verdaderos intereses estudiantiles que añoran tener este servicio y han hecho suyo medios de transmisión de información didáctica con aplicaciones en sus móviles y tabletas con el solo propósito de conectarse entre ellos. Es el inicio a medias de una alfabetización digital.
No resulta del todo sencilla esta propuesta, pero no descartaría que esta visión abriera una puerta al mundo del internet por parte de la ciudadanía Es una opción nada contradictoria con las normas y regulaciones que se han establecido y sí una idea que nos permitiría desarrollar más nuestras comunidades, lo que jugaría un papel vital en el desempeño y la efectividad plena de los derechos humanos.
El sector privado en Cuba e internet
El tema no es solo sugerente a lo que les propongo en este escrito, pero sí puntual para las posibilidades inalcanzables que se pudieran obtener si a los pequeños y nacientes negocios de personas particulares en Cuba llegara internet y se implementara en aras de crecer esas sutiles economías alternativas que hoy tienen vida en la isla.
En el mundo moderno, este medio de conexión no solo permite comunicarnos con amistades o familiares que se encuentra en la distancia, es también la forma de ponerlo al servicio de nuestros intereses. Internet nos brinda la posibilidad de conocer la información que existe no solo en Cuba respecto a una actividad determinada, sino lo que en el mundo se plantea.
Ilustrando mejor esta idea pensemos en una persona dedicada a la reparación de equipos como PC, DVD, grabadora, impresora, etc. Ante la imposibilidad de poder contar con el arreglo inmediato del equipo, ya sea por no dominar el defecto que posee o no contar con la pieza que requiere, puede solicitar oportunamente a través de la red lo que necesita o ver cómo se resuelve el problema que confronta a través de vídeos, gráficos, en fin, todo lo que no imaginó que existía.
Si la persona opera uno de los llamados Paladares, donde se brinda comidas típicas, o una cafetería, es internet el medio perfecto para darse a conocer en su país y para que personas foráneas que visiten la isla conozcan de antemano el sitio y los servicios que ofrece. Además, estos espacios pueden proveer conexión a la red, con lo cual es casi seguro que las ventas se dispararían y las reservas y mejores condiciones lo llevarían a desarrollar el negocio. Es una vía de publicidad incomparable, que lo hace más eficiente y responsable.
Esta es una de las aristas en que pudiéramos enfocarnos para ver este complejo escenario. Además, para la población cubana es un novedoso medio que nos pudiera ayudar a romper ciertas limitaciones que tenemos hoy. Pensar la manera de conectarnos y desarrollarnos con tan solo hacer un clic es indudablemente sugerente para estos tiempos que tanta falta hace abrirnos económicamente al mundo.
No sería descabellado pensar que hoy las llamadas Cooperativas No Agropecuarias puedan solicitar tener este servicio al Ministerio de la Informática y las Comunicaciones. Las regulaciones existentes permiten que las personas jurídicas pueden iniciar esta solicitud, que aunque cierto formalismo rodea el tema, es razonable intentar dar un vuelco a la prestación de servicios o venta de bienes a través de internet, no solo limitándose a circular información y publicidad en este medio. De ampliarse el acceso a internet a personas jurídicas como las Cooperativas No Agropecuarias, la circulación de información no solo sería vista y conocida por las personas nacionales a través de los llamados “paquetes semanales”, sino que tendría un impacto más amplio que puede incluso salir de las fronteras caribeñas.
Este es un llamado a ver y reconocer nuestras propias posibilidades, aquellas con las que contamos, desde una visión diferente para desarrollarlas y ser capaz de ampliarlas. Esto permitirá que, en la medida en que crezcan nuestras opciones, incluso nuestro patrimonio incrementará y seremos más certeros en nuestras relaciones comerciales.
¿Aún quedan muchas personas sin conectarse en Cuba?
En temas de internet aún queda mucho por hacer. Es cierto que se han implementado acciones con vistas a reducir la brecha digital, pero deberíamos pensar que es un derecho y nos corresponde tener el alcance de esa tecnología de manera oportuna. Es por eso que me gustaría compartir dos aspectos: la primera, referente a las personas aún desprovistas del acceso, y la segunda, la obligación del Estado.
El acceso a internet significa acceso a recibir, buscar y difundir información e ideas, sin restricción de ningún tipo. Es, además, concebido como un derecho humano, como parte del derecho a la libertad de pensamiento y expresión, recogido de algún modo en la Constitución Cubana en sus artículos 54 y 55, por tanto, tiene un respaldo constitucional.
Por citar un ejemplo de cuántas personas faltan por tener conexión, en términos estadísticos, tomaré de referencia a Nuevitas, Camagüey, Cuba, una ciudad industrial que cuenta con un número significativo de población y donde el acceso a internet resulta aún embarazoso. Esta villa, como antiguamente se conocía, cuenta en estos momentos con más de 61.625 habitantes, según el último censo de población realizado. En cuanto al punto de acceso de internet de ETECSA, solo hay cuatro computadoras conectadas a un servidor de la empresa pública, centro donde, como ya conté, hay que registrarse con carné o cédula de identidad para poder acceder al servicio.
Un rápido y simple cálculo matemático deja claro que existe una PC con acceso para 15.406,25 personas, lo que representa solo el 0.0065% de la población total. Sumado a la escasez de equipos, piénsese en el trámite burocrático para conectarse: largas colas para simplemente adquirir el cupón o para utilizar el ordenador. Es indudable que para disminuir las brechas digitales existentes tener a modo de referencias estos cálculos nos da la visión de lo que resta por hacer.
Respecto al Estado, este tiene una obligación de remover los obstáculos que impiden a la ciudadanía o a un sector determinado poder difundir sus opiniones e informaciones. En el entorno digital, implica adoptar medidas en aras de garantizarles este servicio a todas las personas, especialmente, a los grupos vulnerables. Es, además, tener acceso en igualdad de condiciones sin que exista un trato discriminatorio.
Es el Estado cubano, en este caso, el que debe garantizar la libertad y el disfrute de los derechos, según lo establecido en el artículo 9 de nuestra Constitución, en principio, porque los medios de comunicación son de propiedad estatal. Además, es esencial que garantice la pluralidad de opiniones y maximizar la apertura en la esfera pública.
Por último, concluyo con la idea de que el acceso a internet debe tener carácter universal, además de que debe ser inclusivo. Para ello, hace falta reforzar la capacitación y la educación de todos los sectores. No debemos conformarnos simplemente con un internet que no tenga características globales. Ese debe ser nuestro objetivo en aras de garantizar el acceso efectivo a internet en el futuro que aspiro para Cuba.
*Eliocer Cutiño es abogado independiente y miembro de la delegación camagüeyana del Centro de Información Legal Cubalex.